
General / "Trade"
¿Cuánto tiempo dedicamos a cepillarnos los dientes, a lavarnos las manos, ducharnos, prepararnos el desayuno? ¿Cuánto tiempo destinamos a las compras de alimentos y bebidas que luego tendremos que cocinar? ¿Somos conscientes de cuánto tiempo dedicamos a socializar, leer, descansar o pensar? Desde la economía feminista, consideramos al tiempo como una dimensión de bienestar, y señalamos su abundancia o carencia como pobreza de tiempo. El tiempo considerado como un recurso limitado que debe ser repartido entre el trabajo remunerado (para obtener un ingreso) y trabajo no remunerado (trabajo doméstico, cuidado a otros miembros del hogar, servicios a la comunidad y voluntarios, cuidado personal y tiempo libre). Siendo las mujeres las que realizan mayoritariamente las tareas domésticas al interior de los hogares, las tareas de cuidado, en definitiva, todo aquel trabajo no remunerado necesario para formar la futura masa de trabajadores: ¿a qué responde este comportamiento en relación a la distribución de las tareas domésticas al interior de los hogares? ¿Es posible lograr una equitativa distribución sexual del trabajo? Utilizando la información suministrada por la Encuesta de Uso del Tiempo y Voluntariado, realizada en Rosario en 2010, analizaremos la relación entre el espacio, el ingreso monetario y el déficit o superávit de tiempo entre mujeres y varones.