Desde aquellos lejanos años 60, cuando el estudiante Antonio Cancino cursaba su carrera de Derecho en la vieja sede del barrio Santafé él ya practicaba el talante externadista y aprovechaba el ámbito libre que le ofrecía la Facultad de Derecho, para controvertir, contradecir, poner en juego ideas, cuántas veces audaces, con una inteligencia y una facilidad de expresión que siempre se le envidió. Naturalmente, ese liderazgo y esa personalidad sobresaliente, lo llevaron a ocupar lugares destacados en los órganos de representación estudiantil.