La anécdota que narra el alférez Campuzano, enraizada en el tópico del engañador que termina siendo engañado -al que regresaron una y otra vez escritores consagrados y menores de los Siglos de Oro-, posee un andamiaje cómico notable. Un pequeño guiño: cuando Peralta se entera de que su amigo se ha casado, le dice "sería por amores […] y tales casamientos traen consigo aparejada la ejecución del arrepentimiento"; Campuzano responde que no está seguro de que ésa haya sido la razón, pero que le es posible afirmar que si se casó "fue por dolores, pues de mi casamiento, o cansamiento, saque? tantos en el cuerpo y en el alma que los del cuerpo, para entretenerlos, me cuestan cuarenta sudores y los del alma no hallo remedio para aliviarlos siquiera".