Mayo 2020. Es difícil encontrar una fecha en un prólogo y más difícil si es la fecha en tiempo real. Pero es imposible escindir estas líneas introductorias de la temática del libro, la seguridad social y la protección social integral y el impactante “Hecho Social Total” como postula Ignacio Ramonet, acerca de esta pandemia generalizada que sin duda por su magnitud, multiplicación, contagiados y fallecidos es la más brutal y paralizadora de los últimos cien años. Hecho social total el coronavirus, que logró en semanas colocar un freno al mundo hiperconectado y paralizar las relaciones sociales, mantener más de 17.000 aviones en tierra y que la “distancia social” sea la única manera de estar cerca.
Por izquierdas y por derechas, cronistas de época, académicos, comunicadores y las omnipresentes redes sociales postulan que cuando esto se estabilice, nada será igual, muchas cosas mutarán a muevas formas y estadios, qué en la mayoría de los casos, todos dicen, pero nadie conoce. En el mientras tanto, Rubén Torres, Natalia Jorgensen y Manuela Robba, tomaron un texto de hace quince años – Mitos y realidades de las Obras Sociales, producido por Torres - y lo trajeron a nuestro tiempo para precisar el análisis y las controversias del Sistema Nacional del Seguro de Salud (ley 23.661) que comprende a las Obras Sociales Nacionales (Ley 23.660) y al Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados (INSSJP – Ley 19.032) sin olvidar de tener como telón de fondo el Sistema Único de la Seguridad Social (SUSS).
De manera minuciosa establecen, cual mecanismos de relojería, cifras comparativas, articulaciones y procedimientos colocando en negro sobre blanco las virtudes y los objetivos límites de nuestro Seguro de Salud. Su importancia como cobertura es indudable y sobresale de lejos por encima de todos los países de la región. Estas prestaciones fueron planteadas desde modelos de financiamiento contributivos, tanto de trabajadores como de los empleadores, sumándose el estado con recursos propios como financiador de última instancia frente a momentos adversos. Emergencias que no son menos y que de manera impiadosa golpea sobre este sistema de protección. Durante el siglo XXI, Argentina ha tenido un crecimiento anual del PBI (dólares de paridad) del 0,69 anual (puesto 159/179); inflación crónica; moneda desvalorizada, muy baja tasa de inversión, déficit fiscal, endeudamientos siderales que se han combinado para producir pobreza estructural, economía no registrada y desigualdad de ingresos de manera alarmante. Si este, sin duda, era el panorama a diciembre del 2919, hoy pandemia de por medio, el deterioro se está expandiendo. El gobierno nacional y los subnacionales acuden en ayuda dentro de los pocos recursos con que cuentan y organizaciones gremiales, patronales y el estado establecen acuerdo tripartitos para preservar las fuentes de trabajo, aun a costa de disminuciones salariales y de aportes a la seguridad social, pautados en común.
Como bien dicen los autores en la Introducción, “no alcanza con la democracia, se requieren consensos y pactos” (acuerdos) de corto plazo para estabilizar la situación y de mediano y largo para planificar un sendero de reconfiguración del sistema de salud y de la seguridad social en su conjunto.
En realidad este libro son dos (si no tres). El de hace quince años, base de los otros dos. El de los capítulos centrales analizando las Obras Sociales, no sólo las nacionales, provinciales y el PÂMI. Son lo táctico, la foto de hoy, sus alcances y sus límites. Y tenemos el tercer libro: el de la instrucción y las veinte carillas de las conclusiones, reflexiones y esperanzas.
Este último es un preciso compendio de las cuestiones más actuales en término de protección social general. Como gran marco de acción y en donde la protección en salud y la seguridad social sólo puede ser analizada y ejecutada correctamente en sinergia con el conjunto de políticas públicas y acciones privadas respecto al cuidado inclusivo de todos los habitantes.
No podemos escindir las acciones de transferencia de ingresos a familias, las acciones de prevención y atención de salud, la terminalidad educativa, jubilaciones y pensiones, la formación profesional y capacitación para el empleo, los programas de infraestructura básica y saneamiento que doten de agua potable, cloacas y energía al conjunto de la población. Nos debemos un enorme esfuerzo de simplicación de programas, articulación permanente y bases de datos unificadas, depuradas y lo más certeras posibles.
Esa es la posible clave. Y mejorar, o recuperar la tarea rectora por parte del estado. Tal vez sea una de las deseadas consecuencias de los tiempos horribles actuales. Un estado fuerte, regulador y que arbitre. Para nada significa grande, aparatoso y burocrático. Dentro de la agenda de un nuevo enfoque de la protección social integral en Argentina, debe estar una reforma integral del estado en sus tres niveles, porque ha sido en algunos casos parte del problema, aunque en otros inicio de soluciones.
Nuestros tres amigos autores tiene un enorme desafío por delante. Conocen de lo que escriben, aportan ideas, indicios, puntos de apoyo, por lo que su texto pronto debe llegarle a muchos. Y liberarse para una nueva crónica, la del día después, cuando la seguridad social, las obras sociales, la salud toda se resetee, en base a estos días de vientos y tormentas globales