Para muchos educadores es motivo de sorpresa que algunas artes pasen de
largo por la escuela, sin atravesar sus puertas, como si fueran adversarias del
conocimiento, de la sensibilidad o del juicio crítico, capacidades
indispensables en la formación estudiantil. Una expresión artística
contemporánea como el cine —podría ser el cómic o la televisión— ha sufrido
este desdén de parte del sistema educativo; a menudo ninguneada por las
autoridades y temida por los docentes, ha terminado apartada de los planes de
lectura y arrojada al tacho de los malos hábitos pedagógicos. Bien conducida,
una sesión de cine no significa una pérdida de tiempo ni una invitación al
desorden académico. La cinematografía ha cumplido ciento veinticinco años y,
junto con la música, es el mayor consumo artístico entre los jóvenes:
largometrajes, documentales o series cautivan sus miradas y eso debe
comprometer responsablemente a la escuela. En su empeño por ofrecer nuevos
enfoques en la educación, Eslava ha escrito este nuevo libro para nuestras
profesoras y profesores preocupados por enriquecerse culturalmente e innovar
sus formas de enseñanza en las aulas. Mirador de ilusiones fija dos vigas
maestras: el reconocimiento del valor estético del cine y su aprovechamiento
para profundizar muchas materias. No para convertir el cine en una asignatura
—advierte el autor—, sino para usarla como una herramienta de enorme poder
educativo que tiende a hundirnos dignamente en lo humano.
Nombre del premio | Año del premio | Premio o galardón | País del premio |
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Copé | 1982 | Ganador | Perú |
Casa de las Américas | ---- | Finalista | ---- |
Premio IBBY | 1999 | ---- | ---- |