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Malvinas
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Malvinas

El sur, el mar, el frío

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Estado: Activo
ISBN-13: 9789873667282
ISBN-10: 9873667288
Tipo de contenido principal: Imágenes fijas / gráficos
Tipo de contenido del producto: Texto (legible a simple vista)
Idioma del texto: Español
Tamaño: 24 x 17 x 0.51 cm
Peso: 0.196 kg
Número de páginas del contenido principal: 96 Páginas
Sello editorial: Eduvim
Tipo de edición: Edición ilustrada
Número de edición: 1
Ciudad de publicación: Córdoba
País de publicación: Argentina
Fecha de publicación: 2016-01-01
Fecha de primera publicación de la obra: 2016-07-30
Tipo de derechos de venta: En venta, con derechos exclusivos, en los países y territorios especificados
Tipo de restricción de venta: Exclusivo para un punto o canal de venta
Distribuidor exclusivo de la editorial para puntos de venta finales: Tramas
Disponibilidad del producto: Disponible. Sin detalles.
Precio: (ARS) 825.00

Jóvenes adultos

Calificador de rango de público objetivo (audiencia): Edad de interés, años
Precisión del rango de público objetivo: Precisión del rango de público objetivo
Intervalo de rango audiencia: 15

Tipo de contenido citado: Mención en algún medio


Tipo de fuente (origen) del contenido: Medio impreso


Título de la fuente: La Nación


Nota de citación:

 En 2017 se cumplen 35 años del inicio, el desarrollo y el fin de la guerra de Malvinas. La literatura, como la sociedad, se tomó su tiempo para elaborar el trauma de una guerra a la que muchos caracterizaron como filicida y otros, como el manotazo de ahogado de la dictadura militar. Luego de la publicación de libros testimoniales firmados por combatientes y de varios ensayos, comenzaron a publicarse narraciones literarias firmadas por escritores locales. Elegimos siete libros de distintos géneros que abordan la guerra de Malvinas.

Puerto Belgrano, de Juan Terranova

Esta novela recién editada se centra en Eduardo Dumrauf, un cirujano argentino comisionado para servir en el ARA General Belgrano. Novela de espías y novela marina, ensayo sobre la historia bélica, tratado sobre la patria, narración a la vez realista y onírica, Puerto Belgrano revisa los conocimientos sobre la guerra de Malvinas con la precisa distancia y el compromiso que merecen las grandes pasiones. "Es una novela bélica que escribí sobre Malvinas -dice Terranova, que entrevistó a cuarenta veteranos de guerra para escribir la novela-. Hay un telépata, que se sospecha que es inmortal y que vive en el barco casi como parte del barco, hay espías soviéticos, coraje que pasa inadvertido y un poco del aceite siniestro de la Argentina del siglo XX. Es una novela sobre la guerra y la larga posguerra y un ensayo sobre el Atlántico Sur atravesado por Wagner y la guerra contra Inglaterra y tiene algo de tratado de medicina militar." (Literatura Random House, 2017)

1982, de Sergio Olguín

Cuando comenzó la guerra de Malvinas, Olguín tenía quince años y leía la revista Humor, refugio antibélico durante la guerra. "Al principio no entendía por qué Humor no apoyaba la guerra. Yo estaba contento y no sabía qué pasaba. Empecé a entender el discurso de los medios a partir de los artículos de Jorge Sabato en esa revista", cuenta el escritor en una entrevista para este diario. Con ese y otros recuerdos de su adolescencia, Olguín trazó el escenario de una novela que, si bien no trata sobre la guerra de Malvinas, narra una historia de amor que empieza en ese entonces. Olguín forma parte de una generación de escritores, como Inés Garland y Carlos Gamerro, para los que el tema es crucial. "Claro que hay un relato generacional de Malvinas", afirma (Alfaguara, 2017)

Malvinas. El sur, el mar, el frío

Esta publicación de dos sellos universitarios argentinos presenta nueve historietas donde la palabra se une a la imagen para relatar distintas instancias de la guerra. En ella se narran historias de coraje, de muerte y de supervivencia en situaciones extremas, y también otras del maltrato al que fueron sometidos los ex combatientes cuando regresaron al continente. Diez autores de distintas partes del país -entre ellos, Alejandro Aguado, Fernando Calvi, Oscar Capristo y Rodrigo Luján- evocan historias pobladas por fantasmas de la guerra junto a otras de amistad y honor. El libro pertenece a la colección Nuestras Malvinas, en la que también se puede leer Relatos de Malvinas. Paradojas en la representación e imaginario nacional, ensayos de María A. Semilla Durán (Eduvim y Editorial Universidad de Río Negro, 2016).

Malvinas. La ilusión y la pérdida, de Silvia Plager y Elsa Fraga Vidal

"La seducción que ejercían sobre mí y mi colega, Elsa Fraga Vidal, las islas Malvinas nos llevó a investigar sobre el tema y no nos quedaron dudas de que pertenecen a nuestra patria -cuenta Silvia Plager-. El diario de María Sáez de Vernet, breve resumen de la vida cotidiana en unas islas en las que no había médico ni cura y el pan era un lujo, nos llevó a escribir a cuatro manos, dos novelas sobre la epopeya, que después reeditaría Sudamericana bajo un solo título." El libro de Plager y Fraga Vidal se puede leer como un homenaje a los pioneros durante la gobernación de Luis Vernet, a su familia y a los caídos en la guerra. Reproducimos unas pocas líneas del primer capítulo: "No hay peor cielo que el mar. María Vernet, desde el lado de adentro mira hacia afuera, ese afuera desconocido como la pesadilla por venir. El piano, objeto desmesurado, es un amigo que ha llegado de lejos para hacerle compañía. Tendrá que inventar acordes que armonicen con el viento, las olas de ruido cóncavo y el horizonte lejano y distinto" (Sudamericana, 2012)

Desmesura, de Soledad Pereyra

Duma y Marco son amigos y pilotos de aviones Mirage en la VI Brigada Aérea de Tandil. La llegada de la doctora Alma Olivera, una joven hermosa, trastoca el mundo de esos hombres. La constante rivalidad de los amigos, la vida castrense, la contienda bélica por Malvinas, la irrupción del despliegue militar, el amor prohibido, la lealtad y las obligaciones pondrán a prueba a los protagonistas. En su novela, Pereyra combina el romance con el episodio bélico. La guerra, los combates, las armas y la aviación proveen singularidad a una trama que acerca al público los claroscuros de días difíciles (Ediciones B, 2017).

Pipino el pingüino, el monstruo y las Islas Malvinas, de Claudio Javier Garbolino, con ilustraciones de Antonella Garbolino Mejía

Es uno de los primeros libros sobre Malvinas destinado al público infantil. Fue escrito por un ex combatiente para crear conciencia temprana sobre un tema delicado. En él un pingüino es despojado de su casa en las Malvinas; a partir de esa situación, Pipino crea una alianza con animales típicos de la región, a la que luego se suman otros de otras partes del planeta. Juntos actuarán para conseguir la fuerza necesaria y tratarán pacíficamente de recuperar las islas que están en poder de un invasor, caracterizado como un "monstruo" pirata. Para más información sobre el libro se puede visitar su página en Facebook (Edición independiente, 2013)

Un sapucay en la nieve, de María Laura Riba

María Laura Riba nació el 23 de octubre de 1965 en Buenos Aires. En 1994 se radicó en Corrientes. Desde 2007 hasta enero de 2015 residió en La Habana y ahora vive nuevamente en Corrientes. Es escritora y periodista. "Mi libro es un homenaje a los soldaditos adolescentes que pelearon en Malvinas, especialmente a los chaqueños y a los correntinos que se hicieron hombres de un día para otro -declara-. Hombres es un modo de decir, tenían 18, 19 años ¿Cuán hombre se puede ser a esa edad? Sobre todo si consideramos que esos adolescentes que fueron a pelear no sólo eran del interior de país sino del interior del interior. La autora señala que su libro de poemas narra una historia con la cadencia de un chamamé, "de esos chamamés lentos que se arrastran y duelen tanto como un sapucay de despedida. Como los sapucay que quedaron en la nieve, que quedaron en Malvinas, que se siguen escuchando, que no murieron porque no existen balas ni nieve que puedan tapar su calor. Escribir este libro me permitió liberar mi propio dolor ante una guerra que todavía duele", dice (Cospel Ediciones, 2016).


Fecha de publicación: 20170403


Fecha de publicación: 20170403


Fecha de publicación: 20170908


Fecha de publicación: 20171004


Fecha de publicación: 20171007

Tipo de contenido citado: Mención en algún medio


Tipo de fuente (origen) del contenido: Sitio web


Título de la fuente: Prensa Red


Nota de citación:

José "Pepe" Angonoa, ex combatiente de Malvinas: “No hay guerra que valga la pena”

3 de abril, 2017

Cuando tenía dieciocho años, después de sobrellevar una dura instrucción que incluyó torturas y otros vejámenes, el reconocido dibujante cordobés fue enviado a una guerra donde el enemigo no era el enemigo, sino sus superiores. Muy lejos de sentirse un héroe, considera sin embargo que el Estado argentino tiene una deuda con los chicos que llevó a Malvinas, y se aleja de quienes creen que para recuperar las islas, la guerra debe continuar.   

Pepe Angonoa: “Al volver no hablaba de Malvinas porque se me hacía un nudo en la garganta”.

Por Daniel Díaz Romero (*)  

Éramos críos aburridos en las siestas, con el hastío espoleando nuestro ánimo hasta que, con una cacerola en la cabeza y un palo de escoba convertido en mortífera arma, construíamos nuestro escenario bélico, plagado de malvados enemigos subidos a los árboles o escondidos astutamente en la cerca de algún vecino. Nos disparábamos a mansalva y tras la confusión propia de la contienda, nos retirábamos cargados de heridos, héroes y tramposos que no sabían jugar a la guerra.

Pepe Angonoa seguramente también jugaba a la guerra. Tal vez hasta dibujó soldados. Pero como en un sueño devastador, cuando todavía no había dejado totalmente de ser niño, despertó un día en las Islas Malvinas, con marines de la Armada Imperial Británica arrinconándolo.

Angonoa es un dibujante cordobés, de carácter amable y mirada pícara. Ha publicado en las revistas Hortensia, Eroticón y Humor; en periódicos locales, nacionales y de Inglaterra, México, Chile, España y Estados Unidos.

Integrante del equipo de dibujantes de Humor con Voz, en diálogo con Umbrales, en la que también publica, remontó 25 años atrás, cuando recaló en una bahía de la isla Gran Malvina donde a pesar de la situación lo deslumbraron los uniformes de los infantes enemigos, limpios y relucientes, de variados colores según al arma a la que pertenecían.

Cuando los ingleses lo hicieron prisionero, mientras muchos de sus compañeros escribían cartas para amortiguar la inmovilidad, Angonoa consiguió lápiz y papel y comenzó a dibujar a los captores.

Sus compañeros disfrutaban con los dibujos, pero la inspiración terminó cuando los ingleses lo descubrieron. Le quitaron los dibujos y lo llevaron ante un superior: “Pensé que me iban a matar. El tipo me gritaba en inglés, yo no entendía nada.

Finalmente me rompieron los dibujos y me mandaron de vuelta al grupo”, recuerda el humorista, cuya furia, sin embargo, tenía otros destinatarios. “Mi odio era hacia los milicos que me llevaron a Malvinas, no a los ingleses. Yo no siento que la gente me deba absolutamente nada, pero el Estado sí está en deuda. Yo no pedí ir a Malvinas”, sostiene. En los párrafos siguientes, en primera persona, una síntesis del testimonio del excombatiente cordobés.

Esa locura    

Al volver no hablaba de Malvinas porque se me hacía un nudo en la garganta. Y dejé de ir a los centros de excombatientes porque en todas las reuniones terminaban gritando: Volveremos, volveremos… ¿Volver? Para mí no hay guerra que valga la pena. Ellos piensan que tienen que completar su misión… ¡Por favor! ¿Que misión? No creo en nadie. Allí están los peores y somos un reflejo del país. Les regalo las islas, que perdieron nuestros gobernantes hace muchos años. Y hoy perdemos otras cosas. Me alejo de ese tipo de pensamiento, de necios, discúlpenme pero eso me saca. ¿Quieren volver a pelear? Es lamentable, pero la gran mayoría se quedó en eso, Malvinas fue todo para ellos.

La guerra destruía cualquier espíritu colectivo o solidario. Debía cuidarme de todos. Sólo tenía dos amigos en quienes confiar. La guerra despoja de espacio y de tiempo. Cuando llegaron los ingleses e izaron la bandera británica sentí el golpe, pero enseguida comprendí que me quería ir de Malvinas, hasta deseaba que los británicos nos llevaran, aunque fuera, a un campo de concentración. La sensación en aquellos meses era de locura. Me transformé en un inconsciente que no tenía miedo, estaba totalmente loco.

No soy un héroe. Hubo héroes, pero yo no hice nada heroico en Malvinas; simplemente estuve. Héroes fueron los que compartieron sus raciones de comida. Yo no era un hijo de puta pero tampoco hacía esas cosas.

En una ocasión vino de visita un coronel y organizaron una presentación para su llegada: Mañana se bañan, nos dijeron, y de inmediato tuvimos que buscar agua en el mar. Después nunca más nos bañamos. Estábamos con calzoncillos largos, cagados, meados y bueno…, qué le íbamos a hacer.

Angonoa garabateó este dibujo mientras el autor le hacia la nota en un bar de Alta Córdoba Córdoba.

Bajo tierra  

Dormíamos en un pozo donde por la noche las ratas nos caminaban sobre el cuerpo y sobre la marmita donde comíamos. Eran como mosquitos entre nosotros (ver Menos que humanos). El lugar se llenaba de agua, que sacábamos durante las pocas horas de luz. Para no mojarnos nos sentábamos en el casco aunque los pies quedaban en el agua. Pasado un tiempo, me dolían los pies y ya no podía caminar, empecé con esa dolencia y a los dos días, éramos cinco y a la semana quince. Comenzamos a perder sensibilidad y a soportar un dolor como el que produce un calambre permanente. Era el pie de trinchera. A un compañero le tuvieron que cortar los dedos y a otro le amputaron una pierna.

Mientras, las fuerzas británicas no nos daban tregua. Primero veíamos la luz y después sentíamos el estruendo. Todas las noches había bombardeos. Estábamos a poca distancia del mar y las bombas caían muy cerca de nosotros. En el pozo se desmoronaba todo cuando caían las bombas. El primer día de bombardeo nos cubríamos con champas y lajas. Nos poníamos los cascos, sacábamos los rosarios y nos quedábamos quietitos. Al segundo día ya nos aflojábamos los cascos y, finalmente, nos relajábamos; total íbamos a volar a la mierda con casco y todo. El cuarto día de ataques ya ganaba el desinterés por nuestras vidas. Había juntado balas y cajas con pastillas potabilizadoras que la mayoría de mis compañeros tiraban. También, acopiaba píldoras para el escorbuto que nadie tomaba. Tenían gusto a limón. ¡A la mierda, están buenas!, dije cuando las probé. Desde entonces, eran como un mentholyptus diario…

Armas inútiles  

Un día vino uno a proponerme que juntásemos balas y nos refugiáramos en una cabaña, escondiéndonos hasta que la guerra terminara. Otra vez me tocó hacer guardia en el depósito del abastecimiento. Llegaron tres soldados. Uno se había puesto tiras de cabo. A mí me habían dicho que no debía pasar nadie pero estos insistían. Como la cosa pasó a mayores, les dije: De rodillas o disparo. Les apunté hasta que logré llamar a un oficial que los acusó de haber ido a chorear. Los tuvieron tres días mirando a la bandera. Después los tipos me andaban buscando, pero si afanaban, los milicos me hubieran agarrado a mí.

Con el tiempo las cosas se complicaban. No sabíamos qué pasaba. Oíamos rumores de que varios intentaban suicidarse pero imaginate, en un predio lleno de gente desparramada, sólo conocíamos lo de nuestro foso.

A fines de mayo, la armada bloqueó el abastecimiento: no pasaban alimentos, ni ropas, ni cartas. Todas las noches bombardeaban, y nuestras armas estaban mojadas. La mía no funcionaba desde hacía un mes pero si lo decía, me bailaban o me estaqueaban. Cuando pasaban esas cosas teníamos que quedarnos callados e intentar robarle el arma a algún compañero, cosa que nunca hice.

No teníamos tiempo libre, pero recuerdo haber ido al mar, cruzando la línea de minas que había puesto un regimiento que arribó antes que nosotros a Puerto Argentino. Un cabo que estaba conmigo murió pisando una mina antitanque. Cuando la marea bajaba no nos importaba nada y cruzábamos la línea. Comíamos de la basura y juntábamos latitas y tarros. Yo atesoré una taza del casamiento de Lady Di, pero cuando nos hicieron prisioneros nos llevaron a un lugar donde esquilaban ovejas, nos dejaron en calzoncillos y tiraron todo lo que teníamos.

Ladrones de gallinas 

Del abastecimiento que llevaron desde el continente no quedó nada. Teníamos que buscar algo para comer. A las ovejas que estaban en buenas condiciones -las enfermas estaban pintadas con una línea azul como advertencia- las dividían en 60 partes; por la mañana nos daban un tarro con caldo y al mediodía, un caracú…comíamos hasta el hueso. Me falta una muela que perdí masticando un marlo que encontré tirado. Fue como hallar una delicatessen. Dije venga con papá y ¡crack! … estaba rico pero se me partió esta muela…

Vi a compañeros que se afanaban gallinas de los corrales isleños. Uno llegó una noche a nuestro pozo, en la oscuridad abrió su campera y apareció la cabeza de una gallina viva…la desplumamos ahí mismo y el pozo quedó repleto de plumas. En el foso estaba con un chico de la calle que siempre se la rebuscaba para afanar algo por ahí. Cuando mataban los corderos tiraban los pulmones y a esos órganos los cocinábamos, bah… los cocinábamos es un decir, les pegábamos una calentada y al buche. Eso, hasta que nos descubrieron y nos hicieron pelota, porque algunos murieron por comer ovejas semi-podridas. El hambre que teníamos era terrible: bajé 14 kilos. Por eso, cuando terminó la guerra, nos retuvieron un mes en el sur engordándonos, para que volviéramos más o menos decentes.

Estacas argentinas  

Un mes antes de enviarnos a Malvinas la instrucción fue muy rigurosa. Hasta nos picanearon. Parte de la preparación consistía en hacernos escribir un mensaje en un papel y tragarlo; no había que confesar lo que decía el escrito porque si nos atrapaban soldados del equipo contrario, un oficial con un teléfono de campaña -que producía descargas eléctricas- nos metía los cables en la panza. Nos entrenaban así, porque sabían lo que iban a hacer, aunque nos decían que la cosa iba a ser con Chile, no con los ingleses.

También nos estaqueaban. Nos ponían boca al suelo, con las rodillas dobladas y los tobillos sobre la espalda; ataban al cuello un extremo de los cordones de los borceguíes y el otro extremo lo ataban en los dedos del pie de modo que si cedía, mi fuerza me ahorcaba solo. En tres oportunidades me tuvieron así, y en una de ellas recuerdo que lloré: era mi cumpleaños. Lloraba de desesperación, imaginate, 18 años y sin saber por qué me hacían eso. Otra vez perdí mis cubiertos y le dije a un oficial: No tengo el tenedor. Amablemente me respondió: Venga esta noche a la carpa. Cuando llegué me tiraron al piso y mientras me sacaban los cordones de los borceguíes me decían, ¡No puede perder las cosas, esto es del ejército argentino y de la patria!… Después me estaquearon.

Bienvenidos a casa  

Nos habían prometido empleo en empresas estatales. Pero para ingresar nos hacían una revisación médica muy rigurosa y la mayoría quedaba fuera por problemas mentales. No tengo claro si se me cruzó la idea de suicidarme alguna vez (ver La batalla que no cesa). No sé si era por Malvinas o porque estaba muy borracho (suelta una carcajada). No sé… habría que preguntarle a un psiquiatra, prefiero no remover nada, todo está atado con alambre, pero bueno… llegué hasta ahora y lo voy sobrellevando bien. Tuve épocas en que tomaba mucho, estaba depresivo y andaba a los ponchazos, por suerte esas épocas ya pasaron. Hice poco tratamiento y fui sobrellevando la situación a mi manera y con el tiempo, siento que lo pude manejar. En el futuro, la cosa puede cambiar, tal vez se presenta un golpe fuerte en la vida y se cae todo de nuevo, ¿Pero eso quién lo sabe?

La batalla que no cesa 

Los suicidios de excombatientes suman 385. Una estadística que no incluye otros suicidios, los de muchos familiares agobiados por las secuelas de la guerra en sus seres queridos. Se repiten finales como el del ex combatiente que se arrojó al vacío desde el monumento a la Bandera, en Rosario; o el de su ex camarada que indefenso ante el ruido de los petardos navideños, se ahorcó en el baño de su casa. Más muertos por suicidio que en el campo de batalla, donde quedaron 270 argentinos.

“No existieron tratamientos adecuados y esto desencadenó conductas violentas en los excombatientes. Es una patología nueva”, señaló a Umbrales Daniel Requena, director de la Casa del Veterano de Guerra de Malvinas. “Los profesionales no nos entienden. Se desconciertan. Algunos pocos se hicieron tratar porque sus familias pudieron pagar un tratamiento, pero desde el ámbito oficial no hubo respuestas. Un veterano en un hospital público era mala palabra”, explicó Requena.

Gran parte de los informes de los equipos especializados concluyeron en un alto índice de casos de alcoholismo, drogadicción, violencia familiar y suicidios agrupados en una patología llamada TEPT (Trastorno de Estrés Postraumático). Acerca de las terapias aplicadas hasta el momento, Requena aclaró: “Hubo un desconocimiento total, simplemente copiaron tratamientos que no dieron resultados y optaron por el camino mas fácil: a muchos los mantuvieron dopados.”

“Tuve la suerte de llegar y conseguir trabajo, contención familiar y ayuda profesional. Pero no todos corrieron la misma suerte -agregó el dirigente-. Hace 20 años que trabajo para que los veteranos tengan las mismas posibilidades, para recuperar su salud mental que nunca será completa. Soy nieto de inmigrantes que escapaban de una guerra. Ellos conocían que lo más sombrío viene después. Mi mayor problema psiquiátrico no fue inmediato, pasó un año o más. Hay que aprender a vivir con los recuerdos de la guerra porque venís de una guerra, no conseguís trabajo, sentís que no terminás tu misión, fracasa tu matrimonio… y así seguís. La sociedad mira hacia otro lado y los profesionales no lo entienden”, subrayó finalmente.

(*) Periodista – Nota publicada en la revista Umbrales del Cispren en abril de 2011.

www.prensared.org.ar 

Tipo de contenido citado: Mención en algún medio


Tipo de fuente (origen) del contenido: Sitio web


Título de la fuente: 365 Comic por año


Nota de citación:

Horario medio bizarro para sentarse a escribir reseñas, pero es lo que hay…
En 2015 se cumplieron 20 años de la muerte de Hugo Pratt, y sus herederos lo festejaron dando luz verde para el regreso de Corto Maltés, su personaje más famoso, que este año cumple 50 años. La nueva etapa está a cargo de un equipo 100% español, con Juan Díaz Canales como guionista y Rubén Pellejero como dibujante. El primer álbum se titula Bajo el Sol de Medianoche y está ambientado poco después de La Balada del Mar Salado, en el extremo noroeste del continente americano, en los mares que rodean a Alaska y los bosques nevados de Canadá. 
Díaz Canales capta perfectamente el espíritu de las aventuras de Corto Maltés, para bien y para mal. Como la mayoría de las historias extensas de Pratt, Bajo el Sol… tiene viajes, silencios, momentos en los que la narración se vuelve muy parsimoniosa, personajes que existieron en la realidad mezclados con creaciones ficticias, promesas inquebrantables que explican comportamientos medio extraños, lealtades, traiciones, convicciones que parecen férreas y loables pero finalmente responden a un interés mezquino, personajes que reciben muchísima atención para después morir o desaparecer sorpresivamente, diálogos ingeniosos repletos de ironía, in crescendos en la tensión que aparecen en el momento justo, mujeres que encandilan a los hombres, bajadas de línea acerca de cómo la modernidad mostraba la hilacha desde temprano y amenazaba (allá por 1915) con llevarse todo puesto… No aparece realmente nada en este álbum que no podría haber aparecido en una de las historias del Corto escritas por Pratt. Eso sólo no alcanza para convertir a Bajo el Sol…en una gran aventura del Corto, porque Pratt también escribió algunas bastante flojas. Pero sí para convencernos de que Díaz Canales fue una excelente opción a la hora de buscar un guionista capaz de reflotar esta serie.
Y lo que hace Pellejero con el dibujo es increíble. Es cierto, viene de la misma escuela gráfica que el Tano Pratt, y desde sus primeros trabajos tomó elementos de la narrativa del veneciano… pero eso no hace menos asombrosa la fusión molecularmente perfecta entre los rostros, los paisajes, el lenguaje corporal y el manejo de la mancha típicos de Pellejero con los de Pratt. Por momentos pareciera que Corto y Rasputín están atrapados en una historieta de Pellejero, por momentos parece que los dibujos del catalán se cuelan en una obra del Tano… es una danza visual absolutamente cautivante, y con un trabajo formidable en el color, añadido por el propio Pellejero. Sólo por la faz gráfica, ya no tengo ninguna duda de que me voy a comprar el nuevo álbum del Corto que edita la dupla el mes que viene.
Me vengo a Argentina a 2016, para descubrir una antología de historias cortas titulada Malvinas: el Sur, el Mar, el Frío, obviamente centrada en el conflicto bélico de 1982. En la primera historieta, Mariano Antonelli y un inspiradísimo Oscar Capristo ensayan una especie de remake de la grandiosa Master Race de Bernie Krigstein (ver reseña del 24/09/13) y les sale muy bien. Edu Molina apuesta a la poesía y la emoción en apenas cuatro páginas, muy hermosas. Al alucinante Fer Calvi le toca agregarle dibujos a testimonios reales, y los dibujos son magníficos, pero lamentablemente no hay una historia para narrar, son sólo textos con dibujos. Antonelli forma equipo también con Diego Aballay, para una historia más en clave de aventura oesterheldiana, también muy bien dibujada y con un final desgarrador. Chelo Candia juega con el realismo mágico, con los fantasmas de Malvinas, con la metáfora acerca de la ¿vida? de los ex-combatientes una vez terminada la guerra, en ocho páginas muy emotivas.
Alejandro Aguado opta por contar desde la autobiografía cómo vivieron los días de la guerra los chicos que iban a la escuela en Comodoro Rivadavia, en un tono más distendido, con espacio para que se filtre una cuota de humor. Antonelli se pone la pilcha de autor integral para otra historia de fantasmas, inquietante, de alto impacto, de nuevo ambientada en el presente. Kristian Rossi (excelente dibujante muy influenciado por Marcelo Frusín) tiene apenas cinco páginas y elige narrar una breve historia con los dibujos, mientras que los textos van más para el lado de poesía o la introspección. 
Y dejé para el final la mejor historieta del tomo, y una de las mejores historietas vinculadas a Malvinas que leí en mi vida: Hay Cosas que No se te Olvidan Nunca, seis páginas con los bellísimos dibujos de Rodrigo Luján y un guión PERFECTO de una guionista a la que nunca había escuchado nombrar, Sofía Cunha. Si para vos Malvinas significa injusticia, abusos, heridas abiertas y memoria para que no nos vuelva a pasar, esta historieta te va a emocionar profundamente, además de impactarte con sus giros argumentales (sí, hay giros argumentales impactantes en seis páginas). Quiero ver YA más trabajos de la dupla Cunha-Luján. 
Volvemos pronto con nuevas reseñas. 

Tipo de contenido citado: Mención en algún medio


Tipo de fuente (origen) del contenido: Medio impreso


Título de la fuente: Página 12 - Cultura y Espectáculos


Nota de citación:

La ceremonia de entrega de los premios Banda Dibujada

Hubo alusiones a Santiago Maldonado y un reclamo por la suspensión de los envíos del Ministerio de Educación a escuelas públicas.

Por Andres Valenzuela

Las hijas de Carlos Vogt recibieron su premio a la trayectoria. Imagen: Jorge Larrosa

"Las historietas no son una puerta de entrada a la literatura, son literatura", insistió el guionista Luciano Saracino ante un auditorio repleto de dibujantes, guionistas y editores. La consigna se repite cada año en la entrega de los Premios Banda Dibujada, en la que Saracino oficia invariablemente de anfitrión. La noche del miércoles, con la sexta edición del reconocimiento, no fue la excepción. Fue una noche de fiesta para la historieta, quizás el único momento fuerte en el calendario comiquero que no es un festival. Pero también fue una noche atravesada por la situación social y política que atraviesa el país. Un dato sintomático al respecto: los momentos de mayor ebullición en el auditorio fueron los planteos por Santiago Maldonado y la referencia a la reciente detención de una mujer por besarse con su esposa en una plaza de Constitución. 

El movimiento cultural Banda Dibujada otorga sus premios a lo mejor de la historieta infantil y juvenil publicada durante el año anterior. El colectivo, de alcance nacional, sostiene el valor artístico y cultural de la historieta, su importancia en la educación y la necesidad de verla publicada en libros, por su durabilidad, antes que en revistas. Desde esos criterios convoca a un jurado, que este año estuvo conformado por Germán Cáceres (escritor y periodista especializado), Eduardo Maicas (humorista gráfico) y María Inés Gómez Gallo (especialista en literatura infantil y juvenil y mediadora de lectura). Fue Gómez Gallo quien destacó la importancia de los premios en uno de los discursos de jurado más claros que se pronunciaron hasta ahora en estas ceremonias. “Los mediadores necesitamos saber qué ofrecerles a los chicos y estos premios ayudan muchísimo (...) Alentamos la inclusión de historieta en todos los niveles educativos, para muchos lectores; la escuela es el único lugar para acceder a la historieta porque no son compradores autónomos”, advirtió. Otro dato de fuerte contenido, si se considera que el Ministerio de Educación discontinuó los envíos de libros a las bibliotecas de las escuelas públicas.

Los Premios BD tienen dos galardones destacados. Uno es el premio a la trayectoria. El otro, la categoría de Historieta para chicos de autor nacional, en línea con los preceptos del movimiento. El primero se lo llevó el dibujante Carlos Vogt, conocido por trabajos como Almejas o Mi novia y yo. El otro fue para el primer volumen de Max Hell (el segundo acaba de salir de imprenta), de Guillermo Höhn y Pablo Tambuscio. Además, el jurado premió a Cinema Panopticum (de Thomas Ott en libro para jóvenes de autor extranjero), Malvinas (compilado por las editoriales universitarias de la UN de Río Negro y la de Villa María, en la categoría de temas históricos y sociales), Viejos canallas (de Carlos Trillo y Domingo Mandrafina, en “clásicos”), Tumor gráfico (de Gustavo Sala, en humor gráfico), Hounds (de varios autores, en la categoría “Adaptaciones”), Cobalto (de Juan Sáenz Valiente y Pablo de Santis en “Nueva historieta”), Martha Barnes (de Marcelo Bukavec y Felipe Ávila como libro de difusión/teórico), y Super Ninja Kururo (del chileno Marko Torres, en historieta para chicos de autor extranjero). Además, hubo menciones para el Hotel de las Ideas por rescatar el Patito Saubón, de Carlos Nine, para El manuscrito (de Marcelo Pulido y José Massarolli) por retomar la figura de Héctor Germán Oesterheld, y para El circo de siempre, surgido de los alumnos de la escuela de Claudio Kappel, por animar a los estudiantes en el camino de la autogestión.

Entre los agradecimientos de rigor destacó el de la representante de la Universidad de Villa María, Victoria Robles, quien resaltó la importancia del reconocimiento para las editoriales universitarias. Malvinas, que UNVM coeditó con su par de Río Negro, fue la primera incursión del sello en el mundo de la historieta. “Como espacios editoriales de la universidad pública es un honor recibir el premio y es un gran impulso para nosotros”, señaló.

Otro momento intenso sucedió cuando la dupla de El manuscrito recibió la mención del jurado. Su guionista destacó que Oesterheld “además de comprometerse con la obra y la palabra le puso el cuerpo” y aseguró que el libro también “es un homenaje a los que ya no están, y eso hoy está más vigente que nunca”. Por si la alusión no alcanzaba, fue su dibujante quien puso en blanco sobre negro la necesidad de conocer el paradero de Santiago Maldonado, desaparecido después de un operativo de Gendermería. Massarolli estaba dibujando una historieta de Oesterheld cuando la última dictadura cívico militar desapareció al guionista.

Saracino cerró la ceremonia en esa misma línea: “En 2017 siguen pasando cosas que recontrajuramos que nunca más. En nombre de todo Banda Dibujada y de cientos de artistas, tras dos meses de triste silencio seguimos preguntando: ¿Dónde está Santiago Maldonado? ¿Dónde está?”

Tipo de contenido citado: Mención en algún medio


Tipo de fuente (origen) del contenido: Sitio web


Título de la fuente: DeViedma


Nota de citación:

Reconocen un libro coeditado por la Editorial UNRN

VIEDMA.

"Malvinas. El sur, el mar, el frío" recibió el premio a la mejor historieta del país sobre temas históricos y sociales.

El libro de historietas “Malvinas. El sur, el mar, el frío”, coeditado por las editoriales universitarias Editorial UNRN y Eduvim, obtuvo el premio a la mejor historieta del país sobre temas históricos y sociales de 2016.

El reconocimiento fue otorgado por el movimiento cultural Banda Dibujada, que desde hace seis años premia a lo mejor de la historieta infantil y juvenil nacional publicada durante el año anterior.

“Malvinas....” es una iniciativa de las editoriales de las universidades nacionales de Río Negro y de Villa María, Córdoba, y está compuesto por nueve relatos gráficos que recuperan y reelaboran el tema Malvinas desde un punto de vista situado entre los hechos documentados y la ficción y la sensibilidad literaria.

Se trata de una obra colectiva, cuyos autores son Diego Aballay, Alejandro Aguado, Mariano Antonelli, Fer Calvi, Chelo Candia, Oscar Capristo, Kristian Rossi, Sofía Cunha, Rodrigo Luján y Eduardo Molina.

El coordinador de Editorial UNRN, Ignacio Artola, consideró que “el premio obtenido avala la decisión de hablar de nuestra historia y de valores humanos a través de un lenguaje tan potente como la historieta. Agregó que “libros como Malvinas nos permiten a las editoriales universitarias tender puentes hacia nuevos lectores, especialmente los más jóvenes, y la ampliación del público lector es un objetivo central de nuestra tarea”.

El jurado estuvo conformado por el escritor y periodista especializado Germán Cáceres, el humorista gráfico Eduardo Maicas y la especialista en literatura infantil y juvenil María Inés Gómez Gallo.

El libro había sido seleccionado junto a otras importantes obras gráficas de contenido histórico y social: “La Patagonia fusilada”; “Pow!: 20 años de historieta social y política” (del rionegrino y también autor de ”Malvinas...”, Chelo Candia), y “RW: Rodolfo Walsh en historietas”.

Tipo de contenido citado: Lista de más vendidos ("bestsellers")


Título de la fuente: Youtube

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  • - Índice

Nueve historietas en las que laten los despojos de la guerra de Malvinas, que ciertos relatos de la historia contemporánea todavía pretenden silenciar u opacar.

Mind the gap

Hay cosas que no se te olvidan nunca

Soldados

Jugar a la guerra

Asesinos

Meen a Casilda

Recuerdos de la guerra

El número más bajo

Viaje a la línea

Los autores

En esta colección, Eduvim busca acercarle a los lectores actuales, lo mejor de la producción literaria con la intervención de grandes ilustradores. Entre el comics y el arte callejero, estos ilustrados interpelan los sentidos del lector contemporáneo.

En un mundo donde la imagen ocupa el centro de la experiencia cotidiana del hombre contemporáneo, los libros ilustrados permiten estrategias efectivas para acercar buenas historias a los nuevos lectores. Eduvim Ilustrados establece entonces, un pacto con los lectores más exigentes de la lengua española: contarles historias apelando a la unión del arte escrito con el arte gráfico.

Los libros de Eduvim Ilustrados reúnen todas las estéticas, todas las formas narrativas, siempre pensando que una buena historia debe imposnerse a los tiempos, pensar en el lector futuro pero también en el mundo actual.

  • CGN010000 COMICS Y NOVELAS GRÁFICAS > Ficción histórica (Principal)
  • Colonialismo; contexto político; Crisis personal/crisis social; Cuestión Malvinas; ficción histórica; historieta
Tapa blanda o Bolsillo - Trade paperback (EE.UU)