A inicios de esta tercera década
del siglo 21 la escritora Laura Méndez de Cuenca (1856-1928) nos sigue
sorprendiendo, desde el siglo XIX, con una voz narrativa vigente y un poder de
observación notable dentro de las letras mexicanas. La autora de crónicas,
cuentos y poemas excepcionales, ahora retrata la sociedad mexicana, la familia,
la vida en vecindad, los oficios (la pintura, las imprenta y la costura),
algunas celebraciones tradicionales a la luz de problemáticas como la
determinación de las clases sociales, la sociedad patriarcal y machista, la
orfandad, los vicios urbanos, etc. Laura Méndez fija su atención, sobre todo,
en las formas de sobrevivencia de una familia protagonizada mayormente por
mujeres, encabezada por una viuda venida a menos, que cae en el vicio del juego
y lo adopta como sustento. La escritora de textos de un romanticismo único en
la historia literaria mexicana recrea los destinos de las mujeres en momentos
clave de transformaciones políticas y legislativas (las Leyes de Reforma, la
guerra y la intervención de Francia) en la construcción de México. Esta vez,
nos ofrece uno de sus relatos de costumbres más personales con alusiones a su
propia vida y a la historia del país.