Nos sorprende el autor de este libro, entre otras cosas, con la integración de los lenguajes. Desde los años ‘40 la campesinología abreva en distintas disciplinas: antropología, geografía, política, sociología, economía, historia. Ante lo velado de nuestras historias y procesos en intrincados informes —solo accesibles a los entendidos y dejando de lado al hombre común (objeto de esos estudios y para quién el lenguaje usado es casi siempre inabordable)— se des-vela aquí en un lenguaje universalmente asequible por el encadenado de las palabras con la metáfora y la parábola propias de la poesía, el rostro de nuestro pasado y presente. Con este lenguaje aborda la historia de nuestras clases sociales. El vergonzoso origen de la propiedad de la tierra, en manos de la clase terrateniente. La exclusión en la organización del país de los originarios, de los campesinos y de los empobrecidos urbanos. E interpreta a los expulsados de sus paraísos terrenales por pecados-delitos ajenos, quienes vieron impedidos su reingreso por fusiles y alambrados.