La Iglesia se conformó a partir de territorios en los que estableció una jurisdicción con una amplia influencia social, económica y política. Además de la jurisdicción diocesana y de las órdenes, se construyeron tribunales junto con el poder real y se realizaron nombramientos de autoridad pública donde intervinieron la Iglesia y los clérigos. Sin duda se instauraron también territorios del saber, diseminados a través de colegios, seminarios y la universidad. Las advocaciones impulsadas, las rutas y prácticas de los lectores y sus repúblicas marcaron itinerarios de convivencia social, conocimiento e identidades. La creación de estos territorios eclesiásticos y sus cambios constituyeron una parte importante de la historia de la Iglesia y del clero. En estos procesos, los ámbitos eclesiástico y real se conjuntaron para la construcción social de diversos espacios. Este libro busca analizar la complejidad de las territorialidades eclesiásticas y las relaciones sociales que implicaron.