La historia de la antropología social está relacionada con el desarrollo de corrientes de pensamiento universales, especialmente con los paradigmas analíticos desarrollados en ambientes situados al norte del trópico de Cáncer, entre ellos el de la ilustración europea. Pero entre 1730 y 1810 una minoría ilustrada española replanteó las relaciones de la metrópoli con sus dominios americanos, produciendo un cierto redescubrimiento del Nuevo Mundo. Una nueva mirada científica, propiciada por la Corte de los reyes Borbones españoles, permitió que los novatores y los ilustrados de los dominios de la monarquía en ambos hemisferios replantearan las representaciones y las prácticas sociales, inspirando una apropiación de las naturalezas particulares que serían las bases de la eclosión de las imaginaciones nacionales en la primera mitad del siglo XIX.
Antonio de Ulloa, José Celestino Mutis, Manuel del Socorro Rodríguez, Francisco José de Caldas y Jorge Tadeo Lozano desfilan por este libró con sus trayectorias intelectuales, agrupadas por el criterio de una antropología americana que, como parte de la historia de la ciencia nacional, sometió a crítica la rutina escolástica que hasta entonces dominaba los estudios superiores en el Nuevo Reino de Granada. Fue así como en el Siglo de las Luces se conformó de una manera definitiva la moderna antropología, esa que tuvo algunas manifestaciones en la América española en un periodo muy sugestivo para el inicio del análisis de la historia de la antropología en nuestro medio, así como de la cultura que se hizo nacional.