La filosofía de la ciencia entró en una profunda crisis a partir de los años sesenta del siglo XX. El nuevo historicismo, prohijado por la obra de T.S. Kuhn y toda una generación de estudiosos de la ciencia, arrojó una luz nueva que reveló la inadecuación y la falta de realismo de las teorías filosóficas vigentes en torno a la racionalidad científica y sus fundamentos. La adquisición de poderosos recursos explicativos, históricos y sociológicos para comprender el fenómeno científico parecía dejar al margen la filosofía. Una de las respuestas más sistemáticas e históricamente documentadas que la filosofía de la ciencia da a tal circunstancia se encuentra en El avance de la ciencia.