La biodiversidad es el más grande seguro para el futuro que tiene la humanidad. Sin ésta, no existe el fundamento de la vida del hombre en el planeta más allá del terreno en el que se han plasmado y modelado civilizaciones y culturas, que son el resultado de la adaptación humana al medio ambiente natural. Defender, proteger y promover la biodiversidad no es, por lo tanto, una elección entre las muchas posibles, una opción para intelectuales de la conservación o ambientilistas nostálgicos. Se trata más bien, del único camino a seguir, de un deber moral que nosotros, la generación que vive este momento histórico, tenemos que tomar por los que vendrán después y habitarán todavía este planeta que hoy pisoteamos, herimos y maltratamos.