Si las nuevas humanidades pueden resultar inciertas, enfrentar el reto que ellas plantean, por lo menos para muchos de nosotros, es un camino sin retorno. Esta parece ser una época de creación; pero, a la vez, de inseguridad. Sin embargo, el debate sobre nuevas prácticas como las de transdisciplinariedad es esencial sobre todo en un momento en que no sólo se trata de reconstruir la ciencia y sus prácticas, sino de reconstruirnos a nosotros mismos. Un espíritu renacentista en plena globalización parece perfilar las nuevas formas de ser y de pensar. En ese espíritu, el diálogo debe seguir abierto.