En Borges y en Deleuze, son las paradojas las que nos permiten pensar la pluralidad del mundo sin reducirlo a la unidad, ellas también nos habilitan para pensar al ser en su univocidad. Lo unívoco no es lo idéntico, al contrario, en él lo único mismo es la recepción de lo diferente. La univocidad no es la tautología, antes bien, ella es perfectamente compatible con la existencia de múltiples formas de ser. Las obras de Jorge Luis Borges y de Gilles Deleuze son muestra del desdibujamiento de las fronteras entre lo filosófico y lo literario.