La colección de cuentos tomados de la viva voz que regala este libro irradia magia. Primero, por la fabulosa personalidad de la narradora, Tomasita Quiala, gloriosa artista del verso improvisado, quien comparte por primera vez con su público el vasto repertorio de cuentos maravillosos que aprendió desde los tiempos de su infancia en la Cuba más rural y profunda. Segundo, por la extensión, la belleza, el barroquismo con que elabora sus recreaciones de unos relatos (entre ellos "La Cenicienta", "Las tres naranjas", "La mata de albahaca" o "La mujer pez") que nunca sonaron tan vibrantes, tan suntuosos, tan tropicales como en su voz.