La puesta en marcha de evaluaciones de impacto es un elemento central en la gestión de la ayuda internacional, ya que permite evidenciar qué políticas son más efectivas que otras en el logro de resultados. Sin embargo, la experiencia muestra que evaluar no siempre ha sido una práctica generalizada en la cooperación internacional y en pocas ocasiones logra incidir en el diseño posterior de políticas públicas. Las nuevas asociaciones de desarrollo, entre las que se destaca la Cooperación Sur-Sur.
Triangular, no son ajenas a esta dinámica. Este documento muestra que el enfoque de políticas basadas en la evidencia no ha sido internalizado en la formulación de políticas de asociación horizontal, en donde prima un sesgo en la identificación de contribuciones en lugar de atribuciones en el desarrollo. El argumento del documento se centra en cuestionar por qué la evaluación de impacto rigurosa no ha sido considerada una estrategia para consolidar y legitimar las asociaciones horizontales como herramientas eficaces de desarrollo. Las razones que explican esta situación radican en el sistema de incentivos existente, así como en los límites metodológicos que presentan los actuales enfoques de evaluación de impacto, los cuales estudian primordialmente el desarrollo como un proceso racional, lineal y lógico.
