[...] las y los juristas estamos obligados a construir, utilizar e impulsar un nuevo lenguaje, claro, preciso y actual que alcance al entendimiento de todas las personas, ilustradas o ignorantes, las más posibles, en cualquier sitio, lo mismo en una pequeña comunidad que en la gran ciudad; en sedes legislativa y judicial; en decretos administrativos y columnas de divulgación; en la docencia y la investigación.